El barro, que se preparaba en un pisadero, era utilizado para darle forma a las tiras de paja y se dejaba secar. A medida que se secaban, se añadían capas de barro mezclado con chirlo (paja y bosta) para el revoque. Finalmente, una capa más ligera de barro sin paja, aplicada a mano, daba el acabado final. Las paredes, una vez secas, quedaban con una terminación resistente y se mantenían frescas en verano y cálidas en invierno, gracias a sus propiedades aislantes térmicas.
Generalmente, los ranchos, como este, tenían una sola habitación grande, separada por cortinas hechas de bolsa de harina o arpillera, con el baño afuera y en el fondo.
Ahora, te invitamos a ingresar a la vivienda, recorrerla y, usando tu imaginación, sumergirte en un pasado no tan lejano, pero muy diferente a los modos y estilos de vida de hoy.